Centenario de Jorge Washington Ábalos
Jorge Washington Ábalos en 1978 |
En septiembre de 2015 se
cumplieron 100 años del nacimiento de una persona que dejó profundas huellas en la
memoria colectiva de los argentinos. Docente ejemplar, científico e
investigador incansable, escritor testimonial y auténtico. Trascendente en
todos los ámbitos que recorrió, Jorge Washington Ábalos era un hombre simple, hogareño,
buen amigo, serio pero con un humor sutil e inteligente.
A propósito del
centenario de Ábalos, la Feria del Libro de Córdoba programó un evento
especial para recordarlo. Fue el 17 de Septiembre a las 19 hs en el Cabildo de la ciudad y en la ocasión, entre otros actos, se escucharon fragmentos de sus
obras en la voz de Chacho Marzetti y se presentó su sitio web oficial.
Un poco de historia
Jorge Washington Ábalos
nació el 20 de septiembre de 1915 circunstancialmente en la ciudad de La Plata,
provincia de Buenos Aires. Instalado en Santiago del Estero, en 1933 se recibió
de maestro y comenzó a enseñar en las escuelas rurales del bosque chaqueño de
la región, donde se vinculó con las comunidades quechuas. Ellos fueron quienes
lo apodaron “el maestro bichero” por la preocupación de Ábalos de identificar y
analizar enfermedades y animales tóxicos
de la provincia. En este contexto, el docente colaboró con las investigaciones
del médico Salvador Mazza y, luego, con el Premio Nobel Dr. Bernardo Houssay.
En 1943 se convertiría en
entomólogo del Instituto de Medicina Regional de la Universidad Nacional de
Tucumán, institución que en 1950 lo nombró Doctor Honoris Causa. Años más
tarde, recibiría la misma distinción por parte de la Universidad Nacional de
Santiago del Estero.
Más allá de todas las
contribuciones que hizo Ábalos en el campo de la zoología (entre las que se
incluyen, por ejemplo, la creación del Instituto de Animales Venenosos en Santiago del Estero que, en la actualidad,
lleva su nombre, y el Serpentario en el Zoo de Córdoba), no se puede dejar de
mencionar que este maestro rural se hizo conocido de forma masiva a través de
su faceta de escritor. “Shunko” (novela clásica de la literatura argentina que
se publicó en 1949, prologada por el Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias
y que, con los años, fue traducida a varios idiomas, llevada al cine y hasta
adaptada a la radio), “Animales, leyendas y coplas”, “Norte pencoso”,
“Terciopelo, la cazadora negra” y “Shalacos”, son algunos de los títulos que
integran la producción literaria de este autor.
La obra de Ábalos sigue
su camino, independiente, imprevisible, enorme. En 2013 la Fundación Cultural
Santiago del Estero editó una colección con sus textos completos, para ser
donadas a escuelas y bibliotecas populares de todo el país. Y, en este 2015, el
Canal Encuentro ha incluido, en su ciclo Santiagueños, un capítulo completo que
revisa en detalle vida y legado del “maestro bichero”.
Shunko en el cine
En la antológica y
desaparecida revista Humor, una de sus periodistas emblemáticas, Mona
Moncalvillo, le realizó una entrevista a Lautaro Murúa, director y protagonista
de la versión cinematográfica del libro más popular de Jorge W. Ábalos. En
ella, el realizador contaba: “Tuve la suerte, en mis dos primeras películas, de
contar con Augusto Roa Bastos. Él me acercó una especie de cuadernillo, eran
las memorias de Jorge Washington Ábalos. Ese cuadernillo, escrito a máquina y
cosido a mano por Ábalos, que me acercó Roa, me pareció una historia auténtica,
sencilla, muy profunda, y sin tener un centavo me dispuse a hacer la película.
Y con dos centavos me fui con Roa a Santiago del Estero para conocer a Ábalos,
que resultó ser un tipo maravilloso, y con la secreta intención de encontrar un
santiagueño rico que nos ayudara a producir la película… No nos ayudó ninguno.
Un ex gobernador peronista, de apellido Miguel, conocía a Ábalos y –por respeto
a él, aunque dudo que lo hubiera leído- nos ofreció todo lo que quisiéramos:
camiones, agua para hacer los adobes de los decorados, jeeps… Contando con ese
apoyo, me decidí a hacerla. Pero cuando llegué con toda la gente, el gobernador
había desaparecido, no tenía tiempo, en fin… Igual, a los dos días comencé a
rodarla cambiando todo. No fue muy accidentada, pero sí mezquinamente
financiada. Gasté cinco veces menos de lo que se gastaba para hacer una
película de clase “B”… Además, como sólo pude alquilar una cámara viejísima, de
un estudio de Mendoza, se me veló un tercio de la filmación. Lo que significa
que el montaje fue un desastre… Casi nadie cobró, yo por supuesto ni cinco, a
algunos les hicimos regalos… Pese a todo, lo que valía era el espíritu, el
amor, la ternura de los chiquitos que trabajaban en ese semi documental, y eso
valió la pena”.
A pesar de este relato
lleno de vicisitudes, a la película Shunko le esperaba un destino significativo.
Murúa no había sido el
primer interesado en llevar al cine la historia de ese maestro rural y sus
alumnos en el monte santiagueño. En 1957, el director de cine de la Universidad
de La Plata, Moneo Sanz, se reunió en Tucumán con don Jorge y establecieron
acuerdos satisfactorios, pero la idea no alcanzó a concretarse. Tiempo después, la familia Ábalos recibe un
llamado del director Armando Bó para encontrarse con el autor en un bar de la
estación de La Banda. Allí apareció el director con su actriz “fetiche”, Isabel
Sarli, a quien pensaba asignarle un rol protagónico. Para respiro de la
literatura argentina, este segundo acercamiento del mundo del cine a su obra
tampoco llegaría a buen puerto. Finalmente, un año más tarde, sería Lautaro
Murúa quien, junto a Leo Kanaf, su productor, rodaría Shunko. La novela de
Ábalos fue adaptada por el prestigioso escritor paraguayo Roa Bastos (ya
vinculado al cine con sus trabajos “El trueno entre las hojas”, “Sabaleros” y
“La sangre y la semilla”) y musicalizada por Waldo de los Ríos. La película
marcó el debut en la dirección de Murúa, quien además encabezó el elenco junto
con el niño Ángel Greco (en el papel de Shunko), Graciela Rueda, Gabriela
Schoo, Raúl del Valle y Orlando Sacha. La mayoría de los participantes frente a
cámara eran actores no profesionales, es decir, surgidos del propio entorno de
la filmación. En una nota brindada a Télam en 1994, el productor Leo Kanaf recuerda:”Nadie
quería distribuir la película porque no tenía un tema taquillero ni había un
elenco de estrellas. Sin embargo, el administrador del cine Metro aceptó verla
en un momento en el que estaba ocupado nada menos que por la promoción de Ben
Hur. Cuando terminó la proyección, el tipo estaba llorando. Fue así que me
ofreció exhibirla a pesar que no era una película tradicional para esa sala”.
Después de ser estrenada
en Buenos Aires, sin mayor repercusión comercial, Shunko fue presentada en el
III Festival Cinematográfico Internacional de Mar del Plata, donde ganó el
Premio a la Mejor Película Hablada en Castellano y recibió la Mención Especial
de la Crítica. Encabezaba el Jurado del Festival el célebre libretista de “Ladrones
de bicicletas”, Césare Zavattini, quien manifestó “No esperaba un film tan
interesante”. Otras voces que se oyeron en Mar del Plata fueron las de Karel
Reisz, director británico: “Todo es muy honesto y tan limpia… es muy
importante”; el destacado director español Juan A. Bardem, por su parte, dijo
“Tiene limpieza. Me parece que hacía tiempo que el cine argentino no producía
obras semejantes”; mientras que el realizador mejicano Alejandro Galindo
comentó “A mí me convenció y, además, el paisaje me hizo acordar de mi tierra.
Tenemos los mismos problemas”; y hasta el inefable Cantinflas, una de las
figuras internacionales invitadas, se expresó fervoroso “¡Me gustó mucho!”.
Diversas entidades que
congregaban a los especialistas en el séptimo arte, también manifestaron su
apoyo. La Asociación de Cronistas Cinematográficos Argentinos la eligió como la
“Mejor Película de 1960”; el Círculo de Periodistas Cinematográficos de la
Argentina le adjudicó el “Puma de Oro”, como Mejor Película, como Mejor
Productor a Leo Kanaf, Augusto Roa Bastos como Mejor Adaptación y, compartido
con Daniel Tinayre por “La Patota”, el premio como Mejor Director para Lautaro
Murúa. Y más adelante, la encuesta que realizaba todos los años el club Gente
de Cine para marcar los valores cinematográficos de la temporada anterior,
otorgó el primer lugar a Shunko, como la mejor película y de mayor inquietud.
No obstante todas estas
distinciones, a las que se sumaría la representación de nuestro país por parte
de Shunko en los más importantes Festivales del mundo, como Berlín, Rusia o
Santa Margheritta (Italia); Lautaro Murúa quedó envuelto en una dura polémica
con los máximos representantes burocráticos del cine nacional. Es que al recibir
su premio en Mar del Plata manifestó:”La Argentina es el único país de
Sudamérica en producir películas, pero también es el único país del mundo en
producir películas sin materiales, con unos defectos terribles desde el punto
de vista técnico, y me siento con la autoridad y actitud para acusar a las
personas que son responsables de que no tengamos elementos para defendernos,
para hacer un buen cine”. Tales palabras provocaron tremendo revuelo mediático
que trajo consecuencias inmediatas. En
abril de 1961 el Instituto de Cinematografía
(ente oficial) se reunió para repartir 50 millones de pesos en concepto
de primas a la calidad, destinados a la producción de 1960. A pesar de ser la
gran favorita de los críticos y cronistas, Shunko no figuró siquiera entre las
15 películas que recibirían tal “premio/subsidio”. En la revista Leoplán, un
artículo escrito por Tomás Eloy Martinez, titulado Historia de una calamidad,
ilumina sobre estos cuestionados “olvidos”: “Se sabe que el grueso de los 20 jurados
omitió fundamentar sus votos, acaso porque no había manera de hacerlo… La
omisión de Shunko fue sintomática. Ya de entrada el crítico Domingo Di Núbila
la postuló para el primer premio, no encontrando adherentes. Luego se le
sumarían el escritor Abelardo Arias y el realizador de cortos Juan Berend. Pero
no fueron suficientes para cambiar la mirada oficial… El Instituto de
Cinematografía ya tenía desde antes opiniones tomadas al respecto. Su delegado
interventor (y, de hecho, su presidente) el escribano Félix Taurel había
señalado a la prensa que tenía órdenes expresas del Poder Ejecutivo para
fomentar un cine radical (?), que postule un cine a la manera mexicana, para
recuperar los mercados perdidos de Latinoamérica; que fomente el empleo de
temas alegres en los que no se
insista sobre la miseria o los negociados del país… Habrá que preguntarse si en
Argentina quedan ánimos y oportunidades para llevar adelante un cine en serio.
Los premios a la producción de 1960 señalan que no”, concluye Martínez. Las
asociaciones de periodistas especializados manifestaron públicamente su repudio
por todo lo sucedido, pero ya estaba dictado el veredicto y el Instituto de
Cine no dio marcha atrás en sus premiaciones.
Más allá de estas
cuestiones políticas, Shunko siguió su camino de gloria. Y en 1995 fue elegida
por la UNESCO para participar en las celebraciones del centenario del cine, que
se llevaron a cabo en París. El Instituto Nacional de Cinematografía había
elegido “La historia oficial”, pero la oficina cultural de la UNESCO les
respondió que “con todo respeto, elegimos a Shunko”. Así es como esta aventura
cinematográfica entrañable, que nació en la inspiración de don Jorge Washington
Ábalos (quien falleció en Córdoba el 28 de septiembre de 1979), está considerada, actualmente, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
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