Liliana Paolinelli estudió cine en la
Universidad Nacional de Córdoba. Desde 1990 escribió y dirigió cortos y
mediometrajes en video. También incursionó en el teatro de la docta con la obra
Lugar Común, presentada en el ciclo
Teatroxlaidentidad en 2002.
Por sus propios
ojos, del 2007, es su primer largometraje, con
las actuaciones de Ana Carabajal, Luisa Núñez, Maximilano Gallo y Mara
Santucho. Le siguen Lengua Materna
(2010), con Claudia Lapacó, Virginia Innocenti, Claudia Cantero y Mara
Santucho; y la más reciente Amar es
bendito (2013), con Claudia Cantero, Mara Santucho, Carolina Solari y
Carlos Possentini.
Cordobesa visceral y exigente, se entrega reflexiva y dispuesta al cuestionario. Y sus palabras brotan naturalmente, precisas y claras, como toda ella.
-Mujer, directora
independiente y del interior del país. ¿Cómo hacerse un lugar en el cine, en un
panorama que, a priori, parece difícil para cualquier realizador argentino?
-No tengo la fórmula, pero las condiciones son arduas y una tiene que
refrendar a diario lo que es y hace. Filmé mi primer corto a los veintiún años,
en aquella época pensaba que después de mi quinta película las cosas serían más
sencillas… Es un poco ingrato, la verdad es más complicado seguir en carrera que
hacer una opera prima.
-Entre el querer ser
y el hacer, ¿cuál fue tu camino hacia la dirección de largometrajes?
-Estudié cine con la idea de hacer animación. Cuando vi lo lento que sería
producir una película fotograma a fotograma abandoné y pasé a la escritura de
guiones. No sé cómo fue ese salto, tal vez ya me había dado cuenta de que para
hacer una película había que previamente pensar en el guión. Esto puede sonar a
obviedad pero en el 87, año en que la escuela de cine reabría sus puertas, nada
de esto era evidente. Liliana Guillot, nuestra profesora de sonido, nos
insistía en la necesidad de planificar antes de filmar, de saber con exactitud qué
queríamos contar. Nos decía: viene Coppola con un millón de dólares y te dice
filmá una película. ¿Qué hacés? Una se enfrentaba a cuestionamientos que eran
pura hipótesis pero no por eso dejaban de ser angustiantes. Estas
preocupaciones se daban en la postdictadura, la sociedad empezaba a armar los
pedazos de su historia y entonces uno miraba hacia atrás y veía destrucción, y
hacia delante sólo había la pretensión absurda de hacer películas. Pero había
que animarse. Fotograma a fotograma.
Ana Carabajal
premiada en Biarritz como mejor actriz
junto a Luisa Nuñez por el protagónico
de ambas en el film Por sus propios ojos, agradece a Liliana Paolinelli, su directora |
Su opera prima, “Por sus propios ojos”, obtuvo premios en los festivales de: Toulouse (Cine en Construcción), Mannheim-Heidelberg, Cero Latitud (Quito), Biarritz, Gramado y el Festival de Gualeguaychú. Su segunda película, “Lengua materna”, fue premiada en el Festival de Ceará (2011), en el 24º Festival International du Film Lesbien y en el Festival Féministes de Paris con el Premio del Público.
-¿Hay que estar en festivales
para tener chances en la difusión,
distribución y repercusiones favorables de una película independiente? ¿Cuál ha
sido tu experiencia en este sentido?
-Sobran ejemplos de películas que circularon en festivales y luego
tuvieron una recepción fría del público, pero hay que intentarlo, sí, ¿quién no
querría que su película esté en un festival? Por ahí leí que Mariano Llinás (N.
de la R.: Historias Extraordinarias, Balnearios) había decidido no mandar su
última película al Bafici, pero es que él se cansó de estar en el Bafici, es lo
único comprensible de esa decisión. El que está lleno puede darse el lujo de decir
estas cosas, que por otro lado no sé hasta qué punto son verdad o provocación.
Lo muy malo es que las películas no entren a festivales y encima tu
propia gente sea indiferente. Eso sí que es feo, toco por las dudas un
portaservilletas de madera que tengo sobre la mesa.
-Si bien radicada
desde hace tiempo en Buenos Aires, tu cine conserva el toque cordobés, el
acento dado por actores, escenarios o temática empleada. ¿Es una decisión
deliberada o surge naturalmente?
-Algunas historias suceden en Córdoba, más claramente Por sus propios ojos. El protagonismo de
los actores cordobeses Mara Santucho y Carlos Possentini hace que las películas
impresionen como locales. Luis Gómez me dijo una vez que el tempo de Por sus propios ojos era el de la siesta
cordobesa. No lo había pensado, lo cordobés presente en el ritmo.
De todos modos un extranjero ve en Por
sus propios ojos una película argentina; no hace las distinciones que solemos
hacer nosotros.
-El Incaa ayuda, subsidia, pero imaginamos un
terreno muy pantanoso en la obtención de capitales para producir nuevas obras.
¿Es tan complicado, realmente?
-Las ayudas y preventas internacionales se restringieron mucho después
del 2008. Paralelamente, la inversión local de los canales de TV en el cine es
insuficiente o por lo menos desigual, esperemos que con la aplicación real de
la Ley de Medios se equipare esta situación.
-En estos días la
Cultura ha conseguido el rango de Ministerio, finalmente. Y la responsabilidad
de comandarla recayó en una mujer, una artista del interior, Teresa Parodi.
¿Crees que esto traerá cambios positivos en la mirada oficial hacia el trabajo
de los cineastas?
Ojalá que sí, hacia el trabajo de los cineastas y en favor de que la
gente pueda ver las películas, porque en la medida que nuestra producción no se
ve –y una de las razones es la imposición desmesurada de las películas llamadas
tanques- los cineastas quedamos incompletos.
Y es una pena porque hay una extraordinaria riqueza y diversidad en la
producción argentina. Yo no estoy de acuerdo con la opinión generalizada de que
el cine argentino es “malo” (en todo caso
el cine de USA es a grandes rasgos igual o peor), o esa queja que aún persiste
de que es malo el sonido de las películas argentinas. El sonido, fijate vos, refleja
en gran medida el problema que padece nuestro cine. No sé si todo el mundo sabe
que la sonorización de una película es un proceso laborioso y caro. Se trabaja
en los diálogos, los ruidos, los ambientes, los efectos y la música, todo en
capas separadas. Se limpian las voces de los ruidos. Se doblan aquellas partes
que presentan problemas. Se regraban ruidos y ambientes. Se ecualizan las voces
y luego se procede al trabajo más expresivo, la premezcla. Luego viene la
mezcla propiamente, que se hace en una sala de proporciones similares a las de una
sala de cine. Por último se aplica un reductor de ruidos, previo pago de los
derechos de uso porque pertenece a una marca norteamericana.
Después de pasar por todo este embrollo, no faltaba quien dijera que la película se oía mal. Un día, creo que viendo Titanic en el cine –época predigital- me pregunté cómo se podía saber si el sonido de una película extranjera era bueno. Porque al tener que leer subtítulos uno relaja la escucha y francamente ¿quién puede opinar sobre la dicción de un actor extranjero? Sólo quien domine el idioma en cuestión. Quiero decir, los subtítulos disimularon el pésimo sonido que tenían TODAS las películas, no solamente las argentinas. ¿Pero dónde radicaba el problema, si las grabaciones pasaban realmente por exhaustivos controles de calidad? Bien, los cabezales de lectura de los proyectores deben ser limpiados cada tanto. Especímenes analógicos como yo recordarán que lo mismo requerían los cabezales de los reproductores de casete; con más razón un proyector de una sala que funciona casi todo un día. Los exhibidores que invertían en mantenimiento eran contados con los dedos de la mano. Alguien recordará las proyecciones oscuras, también, producto de la picardía de bajar la intensidad de la lamparita del proyector para que no se “gaste”… Todas estas avivadas le hicieron un inmenso daño al cine local y a los espectadores, naturalmente. Con las proyecciones digitales los problemas de audio desaparecieron, pero los mismos actores del viejo conflicto deciden hoy la suerte de nuestra producción. La metáfora cambia, el problema es el mismo.
Me fui por las ramas hablando del sonido, si bien es algo que la nueva
Ministra de Cultura entiende, quizá mejor que nadie…
Liliana junto a dos de las
actrices de Lengua Materna: Claudia
Lapacó (izq.) y Virginia Innocenti (der.)
|
La filmografía de Liliana Paolinelli es amplia. Además de las tres películas mencionadas anteriormente, la cordobesa realizó: El circo (1989); El aire (1990); Verdad o consecuencia (1991); Los pasos en la habitación (1993); El otoño (1994); Tener o no tener (1995); Motín! (1997); La botella (1999, seleccionado en el 53º Festival de Cannes -Sección Universelles); La cadena (2000) y Comedias (2004).
-Generalmente cuando
se cita tu filmografía, se hace referencia a tus largometrajes: Por sus
propios ojos, Lengua Materna y Amar es Bendito. Sin embargo,
tu obra se completa con varios cortos, un documental y otros largos. ¿Qué nos
podés contar sobre esas realizaciones quizás más desconocidas para el gran
público?
-Son películas hechas en un período en el que la tecnología cambió
rápidamente, lo que hace que al día de hoy permanezcan en un limbo extraño. En
los noventa no se podía ampliar el video a 35 mm, la técnica estaba en
desarrollo; esto confinaba a las películas hechas en ese soporte a ser
exhibidas en festivales de video, que eran pocos y extremadamente elitistas del
video arte. Nombrarlas como películas implicaba ya una usurpación: su soporte
era innoble, no podía lograrse una imagen contrastada como en el fílmico, por
ejemplo, con mucho oficio apenas si se lograba una impresión –sensación- de
contraste.
Expulsadas así del séptimo arte, la novísima corriente del videoarte tampoco
adoptó estas obras como sus dignas representantes: los teóricos del momento consideraban
que el video no debía servir como mero soporte de imitación del cine; su
pureza, sostenían, no debía ultrajarse mediante el sometimiento a un guión y procedimientos
cinematográficos. Suena chistoso pero las discusiones llegaban a una virulencia
insospechada, con piñas y todo.
De modo que las películas, yo les digo así y la historia terminó
dándome la razón (ahora se filma en video digital y se proyecta en digital) quedaron
encofradas en carcasas de VHS, U-Matic o M2, paradas en la biblioteca, al lado
de libros. Hace poco volví a ver algunas en la última Muestra de Cine Cordobés
de Unquillo y realmente me sorprendieron. Verdad o consecuencia, primera
película en la que actuó Mara Santucho es, no me da ningún pudor decirlo,
preciosa.
Charlando con el crítico Marcos Vieytes le conté de la existencia de
estas películas. Se sorprendió de que la crítica las hubiera desconocido,
siendo que según sus estimaciones la revista El Amante apareció en el año 90. Son
películas sin texto, dijo.
-La mujer siempre es
el centro de tus historias: personajes, disparadores, relaciones, conflictos.
Todo lo que compone nuestro complejo universo es indagado y puesto en pantalla.
¿Sos una directora de cine femenino, o sólo es una etiqueta que se
impone desde el afuera?
-Nuestro trabajo está sujeto a las etiquetas permanentemente, de todos
modos soy mujer y no sé cómo podría hacer películas como no sea desde el cuerpo
que habito y de mis vivencias como mujer.
-Dentro de la
multiplicidad de géneros, ¿dirías que la comedia es tu predilecta?
-Como espectadora adoro todos los tipos de géneros. Como directora no
les llevo el apunte, pienso una historia y esa historia trae ya su tono
específico, o tonos: una señora se shockea al enterarse de que su hija es
lesbiana, pasado el mal trago se empeña en ser la mejor suegra del mundo. El
argumento de Lengua materna no parecería ser una tragedia. Lo que trato es de no
traicionar una historia imponiéndole un tono extraño, forzándola a ser algo que
no es.
Amar es Bendito |
-¿Cuál es el
balance de la recepción por el público y la crítica de Amar es bendito
hasta el momento? ¿Ya estás planificando tu nueva realización?
-Hay gente a la que le encantó y gente que no tolera
la película. Mis anteriores películas generaron un consenso de amable aceptación
pero Amar es bendito toca una fibra
que incomoda. Impacta por algo, no es una película más.
Mi próximo proyecto
se llama “El rebaño”. Trata de una
familia compuesta por una mujer y sus dos hijas jóvenes, y un muchacho que
empieza a tener un romance con la madre. El hombre pertenece a un grupo gnóstico
y su llegada a la casa despierta pasiones a favor y en contra.
Liliana es una adelantada de la
generación que, desde hace pocos años, comprende al denominado Nuevo Cine
Cordobés. En los '90, junto a sus compañeros Santiago Loza y Paula Markovitch, provocaron
un salto cualitativo en la producción local y proyectaron sus obras al ámbito
nacional e internacional. Con energía y sin pausas, Paolinelli continúa
gestando, desde entonces, realizaciones con lenguaje propio. Estilo y marca
registrada de esta cineasta que muestra y nos representa. Y que, todavía hoy,
busca tocar madera - aunque sea en servilleteros – para que nunca falte la
ocasión de exhibir sus creaciones.
Jackie Bini
La Filmósfera
Hola! La primer es mia. Me siento orgulloso de ello. Estuve en un dia de rodaje de "Amar es bendito" Aca el resto de las fotos.: https://www.facebook.com/a.ariel.m/media_set?set=a.3813714298756.166856.1154515158&type=3
ResponderBorrargracias Ariel x tu comentario y x la foto, entonces!!! abrazos
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