Una crítica para Carlos Gardel


Cada 24 de Junio, indefectiblemente, los argentinos recuerdan con veneración y tristeza la muerte de su máximo ídolo artístico: Carlos Gardel, el "Zorzal". En ese fatídico día de 1935, producto de un accidente aéreo en Medellín (Colombia), Gardel se despedía de su glorioso tránsito terrenal y nacía, para siempre, el mito.
 
Cantor inigualable, paseó con hidalguía su estampa tanguera por el incipiente cinematógrafo, filmando 11 películas, en Argentina, Francia y Estados Unidos. 
En pleno apogeo de su carrera, una voz se atrevió a marcar un acorde disonante en la sinfonía de elogios hacia la estrella, indicando algunos "errores" en el manejo artístico de Carlitos. 

Homero Manzi, autor de piezas magistrales como Barrio de tango, Malena, Romance de Barrio o Sur, publica un artículo en la revista Micrófono del 20 de septiembre de 1934. Él le recrimina a Gardel filmar sus películas en el exterior, la falta de actores de valor en los elencos y la pobreza argumental de las mismas. A continuación, el texto completo de la nota escrita por Manzi.



Errores de Carlos Gardel, por Homero Manzi

Gardel es un gran artista, sin ningún control de sus condiciones, ni de su destino. Vive y triunfa con la complicidad de Dios. De ese Dios que le dio simpatía, magnífica voz, juventud eterna y suerte.

Porque él ha hecho todo lo posible para dificultar su éxito. Ha triunfado a pesar de él. Su primer película "Luces de Buenos Aires" era una cosa absurda, donde hacía de gaucho melancólico, sobre el fondo de una pareja "pampa" francesa y en cuyo final con la complicidad de Padula, enlazaba a una artista desde un palco balcón. Sin embargo bastó que cantara "Tomo y Obligo" para que la película recorriera triunfante el mundo de habla española. Lo mismo sucedió con "Melodía de Arrabal", donde dos tangos salvaron los miles de metros rodados en cafetines marselleses y callejones de difícil filiación geográfica.





Ahora pasa lo mismo y esta reincidencia es la que me lleva a decir cuatro cositas que capitulo como "Errores de Carlos Gardel". El primer error de Gardel, es su debilidad por Alfredo Le Pera. Me consta que aquel no se mueve si no es dentro de la trama que éste le prepara y como ya está probado que este le prepara bodrios, exentos de interés argumental y de valor nacionalista, Gardel ya debía haber buscado otro pergreñador que le evite ridículos y le permita mayor realce artístico.

Otro error de Gardel es ir a Francia o Nueva York a filmar películas, cuando ni económicamente se beneficia con ello. En esas películas tiene que actuar en ambientes arbitrarios y con la colaboración de artistas insignificantes que reducen el marco de su acción. Con este espejismo Gardel está retrasando el progreso de la cinematografía nacional, ya que los filmadores extranjeros al contratarlo nos escamotean al astro de mayor arrastre de la lengua castellana.




Es que los yanquis saben que el centro cinematográfico del mundo español, vendrá a pasar a nuestras manos fatalamente. Por eso se apuran a rodar a Gardel para contrarrestar el éxito de "Riachuelo" y de las películas que están en preparación. “Riachuelo” ha reportado a la Argentina Sono Film una fortuna. Bueno, si en dicha película hubiera figurado Gardel el triunfo no puede ni calcularse. Y el mismo pudo haber ganado una suma cuantiosa insospechada. ¿Se lo imaginan ustedes a Gardel actuando entre figuras como Libertad Lamarque, Luis Sandrini, Alicia Vignoli, Charlo y coros auténticamente argentinos? ¿Lo ven ustedes moviéndose en el escenario natural del arrabal porteño, lleno de sugestiva propiedad? ¿Lo suponen ustedes cantando tangos realmente buenos, compuestos por nuestros mejores autores y con el fondo de un acompañamiento verdaderamente típico?



Esa película que yo quiero que imaginen ustedes sería un inmediato afianzamiento de la industria Argentina y le reportaría a Gardel mas de los 10.000 dólares que se le pagaron por "Cuesta Abajo". A veces me pregunto si Gardel no será un espíritu egoísta. Porque si no, ¿cómo no exige que el cuadro que lo acompaña sea espigado entre esas grandes posibilidades que son nuestros actores? ¿Por qué no trata de llevarse a nuestros mejores compositores y músicos? ¿Por qué él se considera un gran autor y no se da cuenta de que sus tangos se imponen tan solo por sus interpretaciones maravillosas? Es que para Carlos Gardel, en mérito de sus triunfos, la crítica se vuelve muy mesurada y no le dice las cosas por su nombre, aunque sea doloroso. Por eso el se va afianzando cada vez más en sus errores y ya ha llegado a un punto en que todo le parece permitido.


Esto mismo tienden a demostrárselo sus colegas, los cantores. La mayoría de ellos vive desesperadamente por imitarle el gusto, la voz, los gestos y hasta el mismo repertorio. La mayoría de los cantores abdican de su personalidad, aplastados, vencidos, por el prestigio del insuperable zorzal. Cantan lo que él canta. Gustan de lo que él gusta. Sienten lo que él siente. Modulan como él modula. En fin, se han convertido en una colonia que Gardel maneja desde lejos con la eficacia de su arte. Si Carlitos fuera tan vanidoso como D'Anunzio, por ejemplo, podría hablar de sus esclavos porteños sin decir una mentira. Un caso que demuestra como están equivocados los cantores que así proceden, es Ignacio Corsini. Ignacio, que tiene una gran admiración por Gardel y con el que se haya unido por estrechos vínculos de amistad y compañerismo, se defendió siempre de esa amenaza con clara inteligencia. Nunca trató de parecérsele, ni se dejó impresionar por el triunfo de su fraternal rival. Y seguro de sus condiciones, tomó por otra huella. Por eso se salvó.








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