La 35° edición del Festival Internacional de Cine de Mar de Plata se vivió de manera online, federal y gratuita, lo que permitió al gran público acceder a sus múltiples ofertas de programación. Películas, presentaciones de publicaciones, conversatorios, homenajes. Entre estos últimos, la primera jornada contó con la entrega de las distinciones a la trayectoria. Las tres personalidades destacadas, de fundamental aporte al quehacer cinematográfico, que recibieron el Premio Astor a la Trayectoria fueron Manuel Antín, Norma Aleandro y Edgardo Cozarinsky. En oportunidad de hacer entrega del recordatorio, el Presidente del festival, Fernando Juan Lima, compartió una charla con ellos. En el caso de Antín y Cozarinsky, además, con la presencia y aporte de la Directora Artística del festival, Cecilia Barrionuevo.
Aquí
extraemos algunas de las reflexiones que los agasajados ofrecieron para todos
los espectadores que siguieron estas actividades por el canal oficial del festival
en YouTube.
Manuel Antín, realizador de 12 largometrajes, desde 1960 a
1982. Actualmente dirige la Universidad del Cine. 94 años.
“Creo que
mis películas son literatura, porque creo que todo es literatura. He difundido
escritores, ilustres nombres que seguramente no hubieran sido conocidos de no
haber sido pasados por el cine. Porque el cine antes, no ahora, era un
entretenimiento, un espectáculo. Ahora se ha convertido en un lugar de
pensamiento, de difusión de ideas. En la Universidad del Cine he encontrado la
manera de filmar sin compromiso. Filman otros y yo siento que soy el que hace
las películas. Si las críticas son malas, allá ellos. Y si son buenas, las hice
yo. Es maravilloso. Y así han pasado por aquí nombres importantes como Trapero,
Szifrón, en fin, nombres que realmente han hecho mucho por el cine argentino
contemporáneo. Y mucho por la Argentina. Recuerdo cuando tramitaba la primera
remesa de dinero con el Presidente de la República, que era Alfonsín, le
explicaba las cosas de una manera política que era la siguiente: dos
presidentes norteamericanos, Roosevelt y Hoover, dijeron la misma frase, ´primero
irán nuestras películas, después irán nuestros productos´. Y vaya si vinieron
productos norteamericanos al mundo. Alfonsín abría los ojos extasiado. Lo
convencí, claramente. En esa época había que conseguir dinero y eliminar la
censura. Yo que tuve películas prohibidas durante años, que no se podían
estrenar por cosas absurdas. Tuve Circe prohibida tres años porque había una
escena en la que Graciela Borges besaba su propia imagen en el espejo. Y Tato,
que era el censor en ese momento, me decía: vos porque no te das cuenta lo que
significa ese beso. Nunca supe qué significaba. El Festival de Mar del Plata es
también parte mía porque además es un festival que quiero mucho, porque me
parece que es el único acontecimiento de la Argentina que es realmente
inolvidable y memorable, aunque esté focalizado en un sector de la sociedad.
Habla de nuestro país y de nuestra cultura”.
Norma Aleandro, multipremiada actriz, referente insoslayable
del teatro y el cine argentino en el mundo. 84 años.
“Mar del
Plata siempre fue un lugar bueno para los actores. Uno siempre estrenaba cosas,
probaba. Mar del Plata es una ciudad amable para la gente de teatro. Cuando te
dicen un premio por la trayectoria, la palabra ya es rara. Es rara porque
significa años y años haciendo cosas, que te gustan, que no te gustan, que
salieron más o menos bien, que salieron espantosas. El recuerdo, mirando atrás,
en mi caso es ameno. Pero es casi una barbaridad, nací en una casa de actores
así que ya de chiquita hacía cosas con ellos, sobre todo en Semana Santa. El
angelito de la obra de mi padre. Y después a los 13 años ya profesionalmente.
Es una grosería decirlo, pero era así. Y nunca paré de trabajar. Carrera tiene
más que ver con buscar el éxito, trayectoria tiene más que ver con buscar la
obra, los compañeros. El cine es otro lugar que el teatro. Un lugar donde el
director me importa mucho, además del texto. Hay toda una parte de la película
que es del director, no de los actores. En cine, según donde el director posa
la cámara, un centímetro más o menos, dice una cosa u otra”.
Edgardo Cozarinsky, escritor, dramaturgo y cineasta. Con una
amplia trayectoria en Europa y residiendo actualmente en el país. 81 años.
“Los últimos diez años de mi trabajo estuvieron dedicados a hacer lo que llamé en un principio ´cine de cámara´. Así como hay música orquestal, hay música de cámara. Y el proyecto en sí podía parecer fuera de toda norma, y lo estaba. Y se pudo hacer gracias a la comprensión de gente, no tanto amiga, como con un temperamento afín al mío, que es lo que importa en cine. Fue Constanza Sanz Palacios, con su personalidad poética, quien primero me ayudó. Y ahí inmediatamente la presencia de Aníbal Corcho Garisto que fue capital para llegar a buen fin con este proyecto. El primero en el 2010, ´Apuntes para una biografía imaginaria´ tuvo su estreno aquí en Proa. Después vino ´Nocturnos´, ´Carta a un Padre´ y, este año, ´Médium´. Tener esta obra y también mi participación en otra obra colectiva como es ´Edición Ilimitada´ en el Festival de Mar de Plata es como simbólicamente una afirmación del hecho de que estoy acá, en Argentina. Tengan ganas de trabajar en cine, de hacer cine. No de tener la escarapela que diga ´soy director de cine´ porque eso es mortal, asfixia. Es el narcisismo en el estado más negativo que puede ser. En cambio, sientan el gusto de trabajar, de estar rodeado de gente que comparte el interés por el proyecto. Y no solamente productores, sino el equipo técnico. Gente que comparte una sensibilidad y que puede tener diálogo con uno y por lo tanto aportar al trabajo. Creo en la familia de elección, no creo en la familia biológica. Esa que se va formando a lo largo de una vida, con afectos y, sobre todo, intereses compartidos. Intereses por la creación, por la misma experiencia, por viajar. Y son las que valen la pena, porque no vienen con obligaciones. Vienen con el placer de compartir la amistad, la presencia y la reunión”.
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